Manuel Benito Cespedosa cumple 100 años
Un nuevo centenario suma el municipio a la lista de personas que ostentan este honor. El pasado lunes, 24 de julio, Manuel Benito Cespedosa Casado cumplió 100 años de edad rodeado por prácticamente la totalidad de su familia. La ocasión festiva se celebró en un local de la localidad y propició que se reunieran cuatro generaciones de su familia: el homenajeado, sus hijos (4), sus nietos (13) y biznietos (14), así como, sobrinos y demás familia. Tampoco quisieron perderse la ocasión algunos vecinos y conocidos. Con una ilusión tremenda Manuel Benito no daba más de sí en el acto de reconocimiento, donde todo fueron parabienes, besos e, incluso recibió una composición fotográfica de él, su mujer y su cinco hijos que le obsequiaron sus nietos y biznietos. Con más de cincuenta asistentes, al final tuvo que soplar y apagar las velas de la tarta que simboliza sus cien años de vida.
Siempre ha tenido una salud de hierro, pero a partir de su retiro es cuando le han venido “los achaques” que ahora padece, con problemas de próstata, cataratas y una operación de peritonitis. No sabe a ciencia cierta cual es el secreto de esta envidiable salud, ya que no se ha privado del tabaco hasta que cumplió los 70 años de edad. Su hija Amparo dice que “quizá esté en su espíritu inquieto, vital y nervioso, que le hace estar ya a las 7 de la mañana en pie”.
Con una mente lúcida, Manuel Benito, no es capaz de recordar momentos felices de su vida, sólo recuerda con pena contenida sus peores momentos, ya que la vida de Manuel Benito ha sido una vida de penuria, de trabajos a destajos y a deshoras, de supervivencia, al fin y al cabo, para sacar adelante a los suyos.
Manuel Benito Cespedosa nació en Porcuna, el 24 de julio de 1906, en el seno de una humilde familia campesina. Ero uno de los cuatro hijos de Benito y Petra. Pasó su infancia correteando las calles cercanas a su domicilio familiar de la calle Cristóbal López. Con 11 años, comenzó a trabajar en el horno de Antonio Juárez, ganando una peseta. Después los trabajos del campo curtieron la piel de este porcunense. Mientras por el día sacaba el jornal, por la noche aprendía la lectura, la escritura y el cálculo en la escuela de don Felipe situada en la sacristía de la iglesia y, más tarde, en la escuela de Carlicos. “De mozo tuve al menos que recuerde 5 ó 6 novias”, comenta de modo galante Manuel Benito. A los 20 años conoció a la que sería su esposa, Juliana Quero Bellido, aunque todos la conocían como Elisa, la cual servía por aquellos años en casa de la maestra de miga doña Dolores Bravo. En 1934, después de 7 años de noviazgo se casarón. Fruto del matrimonio nacieron sus cinco hijos: Antonio (ya fallecido), Amparo, Manolo, Julio y Dulce.
El estadillo de la Guerra Civil española le sorprendió segando a destajo en el cortijo de Casasola. En enero de 1937 se alista voluntario en las Milicias Culturales en Jaén y, más tarde, en la 89 Brigada Mixta del ejército republicano. Estuvo en Martos y en el frente de Lopera y Porcuna, siendo herido en una pierna en el Pilar de Moya. El final de la guerra le coge en Valencia. De allí pasó al campo de concentración de Valdepeñas y luego al de Santiago de Calatrava donde estuvo unos días. Ya con los suyos y a salvo en su pueblo, le esperaba los difíciles años de la posguerra, donde el trabajo y los alimentos escaseaban. Había días que sólo un “bollico” de pan sustentaba a la familia de Manuel Benito. En esta época, con la construcción del segundo kiosco en el Paseo de Jesús comenzó su andadura como camarero, su otro oficio, por el que es conocido en la localidad, y que alternaba con los jornales agrícolas que podía conseguir. De camarero recorrió todas las ferias y fiestas de las provincias de Jaén y Córdoba, así como gran parte de la geografía española. Sirvió las mesas de casi todos los bares del municipio de la época, como el bar Malagón, el América, la cafetería Alcázar, la Píldora o la Peña de los señores. Vendió gambas, dulces y camarones en las fiestas locales. También estuvo una temporada de casero en la cortijada de Cantarero y en la viña de las Palmeras. Y así hasta jubilarse.
Desde hace más de 30 años vive en su actual domicilio de la calle Barrionuevo, donde vive solo desde que su mujer falleció, hace ahora 10 años. A parte de los toros, pocas aficiones tiene. Manuel Benito con su ímpetu vital atiende a su perro y a 11 gatos, cuida sus macetas, su higuera y un olivo. También hace su cama, se prepara el desayuno y la cena, donde no falta un hoyo con queso de oveja y un vaso de leche. Desde que enviudó ha estado bajo la atenta mirada y al cuidado de su hija Amparo, que le arregla la casa y le lleva el almuerzo del mediodía, tarea que, últimamente, comparte también su hijo Manolo.
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